El Grand cul de sac marin es una bahía* de 15.000 hectáreas (la laguna más grande de las Indias Occidentales) ubicada entre la costa norte de Basse-Terre y la costa oeste de Grande-Terre. Además del mar, está bordeado por manglares*, bosques pantanosos* y ciénagas herbáceas*. Delimitado y protegido del oleaje por la barrera coralina* más larga de las Antillas Menores, este sitio atrae a más de uno por su gran belleza y biodiversidad*.
Tiene dos reservas marítimas naturales* y 7 islotes, siendo los más conocidos el islote Caret, el de Macou, el Fajou y La biche. El Grand cul-de-sac marin es un humedal costero* propicio para la reproducción de flora* y fauna* terrestre y marítima.
La “Rivière Salée” es un estrecho* natural que conecta el Grand y el Petit Cul-de-sac Marin y une el Océano Atlántico con el Mar Caribe. Este se desarrolla en torno al bosque tropical inundable* que es el rico y frondoso manglar de la Gabarre. Una vez fue atravesado por botes de fondo plano denominados “Gabare”, que posteriormente dieron paso al puente Gabarre que conocemos hoy en día, y luego a un segundo puente, el de la Alianza.
El Grand cul-de-sac marin en su conjunto se beneficia de una gran diversidad de sus ecosistemas* que le otorgan el estatus de reserva de la biodiversidad, ahora integrado en el corazón del Parque Nacional.
Posee una amplia gama de especies animales, notablemente gracias al manglar* que es un lugar importante para la reproducción, nacimiento y desarrollo de muchos animales como: peces, aves (pelícanos pardos – Pelecanus occidentalis, charranes rosados - Sterna dougallii) o incluso cangrejos (como el cangrejo violinista o Uca pugilator).
Además, la barrera coralina también alberga una excepcional variedad de peces, moluscos, corales y gorgonias.
Sin embargo, estos dos ecosistemas ricos y preciosos están en peligro debido a la contaminación humana. Por ello es imprescindible protegerlos para que las generaciones futuras también puedan beneficiarse de ellos. Son grandes reservorios de oxígeno y vida, lo que coloca al Caribe entre los “hotspots” de biodiversidad global, por lo que merecen toda nuestra atención. Es necesario conocerlos mejor para comprenderlos y protegerlos adecuadamente.
El Grand cul-de-sac marin es conocido por sus cualidades turísticas. Acoge el turismo costero y marítimo gracias a sus diversos islotes (aunque algunos se cierran periódicamente para preservar la biodiversidad). Es posible bucear y descubrir, en las aguas turquesas, sus peces multicolores, pepinos de mar y otras mil maravillas del fondo marino.
Para los más deportistas y ecológicos, es posible realizar una visita al manglar en kayak. Disfrutando de una visita guiada, un picnic y surf-kayak para los más afortunados. Hay manglares, medusas, estrellas de mar y praderas marinas en Sainte-Rose o Morne-à-l’eau.
El Grand cul-de-sac marin, por lo tanto, es una joya con una enorme riqueza que debe ser preservada. Sin embargo, todos los bienes y las ventajas que aporta, aún no son conocidos por la población general, lo cual retarda la toma de conciencia de nuestros errores y el daño que suponen. El desarrollo de salidas didácticas en los manglares y en el mar permite que adultos y niños se acerquen a estos estanques y entiendan su importancia sin dañarlos.
Los agentes involucrados en el turismo trabajan para su desarrollo económico a gran velocidad, manteniendo de forma paralela un seguimiento y una gestión racional de la protección ecológica por parte de lo equipos del Parque Nacional de Guadalupe*, la Oficina Nacional Forestal*, el Conservatorio Costero* y asociaciones de protección de la naturaleza.