La península de Caravelle es parte del “arco antiguo”, al entrar se camina sobre los suelos más antiguos de Martinica (entre 18 y 24 millones de años antes de nuestra era). Tiene aproximadamente 10 km de largo y 1 km de ancho, y marca la transición entre la costa del Atlántico Norte y la costa del Atlántico Sur. Su configuración y relieve han favorecido el desarrollo de una gran variedad de formaciones vegetales y paisajes singulares.
Esta península, situada en el municipio de Trinité, es actualmente bastante conocida por el Château Dubuc, que es posible visitar.
En efecto, en la época de la esclavitud, Trinité era un puerto comercial de azúcar y ron. Este pasado también ha marcado mucho el paisaje de la ciudad. La península por ejemplo, en gran parte deforestada para el cultivo de la caña de azúcar, fue objeto de una recolonización de la vegetación natural tras la abolición de la esclavitud.
Afortunadamente, fue y sigue siendo hoy en día un reservorio de rica y variada biodiversidad llena de maravillas por descubrir.
Al norte, es posible explorar varios puntos a pie, incluidos Pointe à Bibi y Pointe Rouge, pero también la bahía y el islote Tartane.
En el Sur, por no hablar sólo de su reserva natural que se extiende sobre 388 ha en el extremo este, hay multitud de paisajes martiniqueños: sabanas, bosques secos, manglares, matorrales, flora de los acantilados y bosques de playa trasera.
La reserva natural de Caravelle, un entorno con un clima muy seco y terreno accidentado, descansa sobre suelo volcánico. Clasificado a escala nacional, alberga más de 150 especies de plantas, entre las que se encuentra una rara especie vegetal, endémica de la reserva, la Coccoloba caravellae. En los diferentes bosques encontramos el copal (Hymenaea courbaril), el tortugo amarillo (Sideroxylon foetidissimum) y el ortegón (Coccoloba swartzii).
Los manglares albergan ejemplares de patabán (Laguncularia racemosa), botoncillo o mangle botón (Conocarpus erectus), mangle rojo (Rhizophora mangle) y mangle prieto o bobo (Avicennia germinans).
Esta diversidad de ecosistemas, permite que la fauna también sea muy variada y particular. Ochenta especies de aves, como el platanero (Coereba flaveola) y el colibrí crestado (Orthorhyncus cristatus) frecuentan los matorrales, así como la reinita de manglar (Setophaga petechia), el tirano dominicano (Tyrannus dominicensis)… y dos especies endémicas de Martinica: el cuitlacoche pechiblanco (Ramphocinclus brachyurus), especie endémica de la península y de Santa Lucía, que ha sido catalogada en el Lista Roja de Especies Amenazadas de la IUCN; y el turpial de Martinica (Icterus bonana), estrictamente endémico de la isla. Los crustáceos también están presentes, aquí se pueden encontrar cangrejos terrestres como: el cangrejo rojo de manglar del Atlántico (Ucides cordatus) y el cangrejo rojo terrestre o cangrejo lunar (Gecarcinus lateralis).
En cuanto al mar, los alrededores de la península también son ricos en peces propios del arrecife coralino.
Potencial ecoturístico
Con salida desde el aparcamiento del Château Dubuc, dos circuitos bien señalizados permiten descubrir la naturaleza y sus paisajes (en 1h30, para los más pequeños, y medio día, para los grandes). Esta caminata, a realizar preferentemente por la mañana para evitar las insolaciones, permite descubrir el faro de Caravelle (situado a 157 m sobre el nivel del mar) y su mesa de orientación, la cual describe su panorama de 360°. Así como diversos acantilados, calas, bahías, islotes y deslumbrantes playas que la bordean.
Si se tienen los ojos bien abiertos, inevitablemente se verán especies animales, tanto voladoras como no voladoras, que realizarán este paseo por la península. Es posible realizar varias paradas para nadar, siempre que planee un picnic y se lleven sus desechos.
Martinica (Trinité)